He despertado y no sé dónde estoy.
He despertado y no sé quién soy.
He despertado y no quiero recordar, porque he olvidado pero sin embargo recuerdo qué es olvidar. Si lo he hecho tendré mis razones y no soy quién para rebatir mis propias decisiones. He salvado momentos y encerrado angustias del pasado que nunca volveré a abrir, no por miedo a volver a verlos, a saberlos, a sentirlos sino porque encerrar restos de uno mismo es una forma interesante de tener conciencia de lo vivido. De lo mal vivido. He dejado tanto de mí que ya no me reconozco al mirar atrás pero, supongo que eso es "crecer como persona". Madurar.
Llevo tiempo despidiéndome de una vida que un día fue eso, mi vida. Pero hoy despierto en un principio incierto, lleno de dudas y miedos y, he de reconocer, que me gusta. Lo bello de crear es equivocarse en la elaboración. Dejarse llevar por sentimientos que aun no tienes la certeza de que ahonden en ti, que florecen de lo poco verdadero de la vida.
Arriesgo. Aunque no por completo, no me atrevo a entregarme al destino, a la inconsciencia y al "déjate llevar cariño", necesito un asfalto, un dónde y un para. En una vida de infortunios y melancolía, de idas y venidas, de inseguridad y vistas que no alcanzan yo te quiero a ti, que me hagas alcanzar eso que tanto ansío, eso que yo mismo desconozco. Llévame.