jueves, 17 de octubre de 2013

Yo.

    Me llaman alma libre, pero estoy prisionero en mi propio cuerpo, mis límites, mis capacidades, mis sueños y retos.
    Dicen que nada puede detenerme, pero solo encuentro baches que dificultan mi camino, carteles de "STOP", decepciones que me hunden, personas que me atrapan o yo mismo que no me permito seguir.
    Todos me quieren pero no saben que, en realidad, me compadezco de mí mismo, que teniéndolo todo prefiero caer en la rutina del arrepentimiento y la autocompadecencia.
    Han olvidado que soy humano, que sigo en la búsqueda de la felicidad inalcanzable y que como todos, fracasaré.

Tú.

    Fluctuosa y profunda, con presión constante. Te rezo y te anhelo, porque estás pero solo en apariencia. Amedrentas mi alma con un silencio que perturba. Es un frío que consume todo mi calor. Me hago débil, ya no soy inmortal, ahora muero y nada me extraña.

Relato 2.

    Aquel día llegará, se repetía una y otra vez. Abrazaré cada momento con un amor desmedido. Valoraré cada bocanada de aire como si de la última se tratara. Aun así no aprenderé a vivir sin ti, decía.
Mi locura se agravará en tu ausencia y estarás más presente que cuando realmente estabas. Besaré mis llantos como si de tus labios se tratara.
Aquel día llegará, pero hasta entonces disfrutaré del sufrimiento de no saberte mía.

Relato 1.

    Se encerró en su palabra y se negó a salir. Él la llamaba a gritos en su mente, lloraba sus ausencias pero en su rostro no se reflejaba nada. Perdió la esperanza de encontrarla hasta que, mientras escribía, la vio reflejada en sus escritos. Halló la forma de, sin articular palabra, tenerla.

La mañana amanece fría...

    La mañana amanece fría, pero no es el tiempo, son tus abrazos que ya no me dan la verdad, solo recuerdos de lo que una vez fuiste y que por miedo intentas mantener. Sostienes mentiras en brazos que cada día pesan más, te agarras a la influencia de tu propio ser que te empuja a caer por acantilados de deseos y tentaciones. Tus fuerzas menguan con el tiempo, tu carácter se desliga de lo diferente para cada vez ser más común, más normal, más humano. 

    Pierdes. Cada vez que te sientas te pierdes en un suspiro, un desahogo, en el que más que aire dejas escapar parte de tu alma, ese alma que una vez pudo parecer pura pero que nada más lejos de la realidad no quedó más allá de la apariencia. 

 

Cómo verte.

Cuanta verdad en cada sentimiento. 
Cuanto sentimiento en cada momento.

  Amaneces ojerosa y extasiada, cansada de una larga noche, desbordada de los profundos placeres que esconde tu cuerpo. Te admiro desde el otro lado de la cama y observo tu pecho, como se eleva con cada inhalación y se vacía en cada suspiro ahogado. Me acerco a besarte, con cuidado de no despertarte y con intención de adentrarme en tus sueños, eso que tanto ansío, conocerte en tu verdad más profunda y ser más tú que tu propio ser. Un abrazo parece tenerme más ahí que aquí, pero es solo apariencia. 

   Cuando abres los ojos al amanecer es cuando realmente puedo verte, en ese momento eres débil y se hace imposible ocultar nada. 

viernes, 11 de octubre de 2013

"Madurar".

    He despertado y no sé dónde estoy.
    He despertado y no sé quién soy.
    He despertado y no quiero recordar, porque he olvidado pero sin embargo recuerdo qué es olvidar. Si lo he hecho tendré mis razones y no soy quién para rebatir mis propias decisiones. He salvado momentos y encerrado angustias del pasado que nunca volveré a abrir,  no por miedo a volver a verlos, a saberlos, a sentirlos sino porque encerrar restos de uno mismo es una forma interesante de tener conciencia de lo vivido. De lo mal vivido. He dejado tanto de mí que ya no me reconozco al mirar atrás pero, supongo que eso es "crecer como persona". Madurar.

   Llevo tiempo despidiéndome de una vida que un día fue eso, mi vida. Pero hoy despierto en un principio incierto, lleno de dudas y miedos y, he de reconocer, que me gusta. Lo bello de crear es equivocarse en la elaboración. Dejarse llevar por sentimientos que aun no tienes la certeza de que ahonden en ti, que florecen de lo poco verdadero de la vida.

    Arriesgo. Aunque no por completo, no me atrevo a entregarme al destino, a la inconsciencia y al "déjate llevar cariño", necesito un asfalto, un dónde y un para. En una vida de infortunios y melancolía, de idas y venidas, de inseguridad y vistas que no alcanzan yo te quiero a ti, que me hagas alcanzar eso que tanto ansío, eso que yo mismo desconozco. Llévame.