domingo, 26 de octubre de 2014

No quiero conciencia.

  Hoy te pido una nana sin 'buenas noches'. Un cuerpo al que abrazar en la oscuridad. Unas sábanas frías que arropen nuestros cuerpos calientes. 
    Te ruego, que si has de irte, lo hagas en el silencio de mis sueños más profundos. Que no enturbies mi despertar con un 'adiós', pues no soportaré verte marchar semidesnuda. No de cuerpo, pero no solo de alma.
    ¿Qué es vacío sino que me arranques en despedidas intermitentes partes de un "que fui" para convertirme en un "no soy sin..."?
    Aquí llegó, dando golpes en corazones que no escuchan, la conciencia de un dolor insostenible, para separar un pasado de un presente.
    No quiero futuro. No quiero separar. No quiero conciencia, sino a ti. 

domingo, 19 de octubre de 2014

Ambos.


    Ambos, de pie, uno frente al otro con los ojos cerrados y sonriendo. Extendemos los brazos para alcanzarnos las mejillas y notar los músculos tensarse al sentir el tacto. Tenemos las manos frías así que nos las acercamos a la boca y les soplamos aire caliente, seguido de un segundo intento de tocarnos. Ahora es más cálido. 

    Recuperamos los cuerpos erguidos. Empieza a pasar el tiempo con una espera. La inclinación de uno se convertirá en un beso que no llega, pero se desea. Una respiración más fuerte y una carcajada corta y nerviosa declina la balanza. Nos besamos.

    Decidimos sentarnos. Mantenemos los ojos cerrados pero nos damos la mano. Nos une.

    
    Es complicado conocer a alguien, demostrar esa necesidad humana de sentirse amado, de abrirte y sentir miedo y a la vez esperanza. Es complicado. Pero arriesgarse es un precioso juego y equivocarse no es perder.

    

jueves, 16 de octubre de 2014

Pedazos de rutina.


    Mirada perdida en el tiempo buscando lo que nunca tuvo. En realidad no sabe bien qué busca, se basa en descripciones de anónimos que un día soñaron con ello y lo dejaron en sus recuerdos más vagos.
    Despierta cansado de la vida, como quien carga con un castigo. Se encamina a la ducha a sorber de sí mismo, como si el agua purificase su alma. Hipócrita.
    Hoy se ahorra el azúcar en el café, lo quiere amargo, dice que así todo mantiene un mismo sabor a lo largo del día.
    Se desespera esperando el autobús y comienza a correr de camino a la oficina cuando en su corazón cree huir de la rutina (eso le hace sonreír ignorante).
    Llega la hora de comer y no baja a almorzar cos sus compañeros. Desenvuelve su emparedado lentamente posponiendo lo que encontraría y deleitando su mente con un sin fin de placeres para el paladar.
   Vuelve a casa con los papeles entre los brazos, se ha roto el fondo del maletín y suspira a cada paso mojado entre lluvia de sol.
    La cama está helada, sus pies sin calcetines y se ha dejado encendida la luz del pasillo. Prefiere darse la vuelta hacia la pared y cerrar los ojos con fuerza, pero, acaba levantándose para apagarla pensando en la factura de luz.