domingo, 5 de abril de 2015

Seremos destino

    Vuelvo a lo cotidiano, nuevo, creado, repleto de un todo que antes era ausencia en mí. Diferente, tanto que mi cuerpo lucha consigo mismo como si fuese malo para un cuerpo antes sano, pero no, pues ahora soy cura.
 Solicito, ruego extraños a la vida, un cambio radical en su rutina para que frene y pueda desvariar entre caricias y besos en su espalda mientras mi mente marcha a su cuello buscando entender cómo mis manos se controlan cuando estoy pegado a ella.
Si esto no es amor, que venga Dios y lo vea, lo palpe, lo sienta, porque he hallado una razón en la sinrazón, un sentido que excita mi locura y que juega con las cuerdas de mi alma como marioneta en manos de un mago haciéndome desaparecer entre contrastes de cuerpos que tratan de ser uno.
¿Por qué no esperarte? ¿Por qué no sentarme sin luz ni pensamiento? Solo esperando. En mis límites, ahondando en tu ausencia, haciendo tuyo el despertar de lo que crece en mí, de lo que convierte la nada en un todo que adorar.
 Rayos de sol entre nubes de eterno atardecer, mirando un horizonte tan cercano que casi se puede rozar con la punta de los dedos, dedos que tiemblan y te dibujan sin hacerte justicia, que te imaginan con lentitud para hacer más corta la espera que separa mi hoy de tu ayer. 
Porque aún sabiendo que el paso del tiempo conducirá a una añoranza a la que predestinados no podemos acostumbrarnos, renegaremos de vida y seremos destino.

sábado, 4 de abril de 2015

Sobrevivir de ti.

    ¿Cómo explicarlo? ¿Se puede? No sé…
Es increíble ver cómo, encerrado en un complejo compartido contigo, aventurándome y descubriéndote me olvido del presente menos real, ese que se atribuye a la vida, que llena el día a día de los indiferentes, de las rutinas, olvidando comer, beber y respirando por mera necesidad de coger aire entre tus besos, en los que me ahogaría y en los que ya me he perdido.
Aprendo cada rasgo de tu cuerpo en la oscuridad, acariciando tus fríos y calientes, rozando tus adentros y fueras, palpitando juntos y mojando nuestras almas.
(Maravilloso acostumbrarse a sobrevivir de ti)
Ajenos, en la soledad conjunta, agujero que nos engulle mientras nos envolvemos como sombras buscando retirarse del sol para cobrar vida.
Apunto, sin arma, solo apunto, directo a tus ojos, pobre y desvalido, ajeno a un mundo que, antes tan real, ya no sirve ni de refugio. Tengo hogar en tu pecho, poesía en tu cabello, alimento en tus suspiros.

    Si estoy aquí por razón de ser quítame la vida porque ahora solo quiero acompañarte, a ritmo de una música aún por componer en un mundo aún por crear, en esta vida o en aquella, pero lo suficientemente cerca como para si sopla el viento roce tu pelo con mis labios.