“¿Y si fuese a
morir y ya no soy carne?” Frase, recurrente en una cabeza que
marcha viendo el cielo, que vaga entre las nubes que se tiñen en
tinta de peregrinas aves de metal, aventureras, artistas y niñas,
juegan al escondite y me hacen observador afortunado, ausente...arte
también yo.
¿Creéis que se
puede perder la vida en el instante mismo de la concepción? ¿Quién
me dice a mí que yo ya no era vida antes? Si soy un soñador, si soy
un visionario, si soy el ente eterno de mi propio yo. Yo, que casi
sin el mero concepto aprendido de lo que es ES, ya he creado mil
sujetos y ¿por qué no? De predicados, que dan sentido a mi frase y
a mi persona.
Recuerdo en mi
niñez (JÁ, oigo reír a algunos que gritan 'jodido cabrón...¡AÚN
ERES UN NIÑO!'), cuando en la desnudez del aprendizaje primario,
recorría las calles de mi pueblo enano, con gigantes, cada esquina,
cada bar y cada tienda ¡GIGANTES Y MÁS GIGANTES! Todos sonrientes,
POBRES y sin dolor en sus carnes trabajadoras y
valientes...pobres...pobres. Yo no veía, no recuerdo incluso si
miraba, pero sentía, en mis pequeñas manos esponjosas y mis ojos de
cometa, que fulminaban el tiempo en la hipocresía de la inocencia.
Sentía porque era niño, y los niños sienten, se disculpan poco,
pero sienten, dando el verdadero sentido al SENTIR. En cada gesto, en
cada rasgo humano arrancado al momento se crea una situación
determinante y discontinua que frena ese aprendizaje. Yo, tan
niño...tan joven, sentía demasiado...FRENABA MI APRENDIZAJE. No me
entendéis (sí, os hablo a vosotros, a ti...incluso a él). Recuerdo
(sí, de nuevo) una situación concreta de esa niñez. En mi ávido
deseo de situación, en cada “RING” telefónico corría
desesperadamente en su busca para recibir, fuera quien fuese, con
interés, un saludo ciego. En la ocasión que rememoro, no hubo
saludo, sino lloro, no hubo ciego, sino vacío despojado a lo más
noble de la capacidad humana del sentimiento y del triste, casi
ausente y aún crepuscular raciocinio de un niño. De nuevo, frenaba
mi aprendizaje.
Somos emoción
¡SOMOS PURA CONQUISTA! Tan inexistentes como inexperimentados. Tan
duros como el concepto pero, tan sensibles que derivamos de la propia
sensibilidad. Allá donde quede la realidad, se hunda en su
resquemor, porque yo, HOY, vivo o muerto me dirijo a las batallas y,
sin veraz ánimo de victoria, si he de caer a los pies de cuya tierra
emano, lo haré frío y nuevo, porque habré alcanzado mi conquista.
Haber, ser y estado.
(Sí, hablo de la
muerte) (¿O no?)