domingo, 14 de diciembre de 2014

Anonimato

    Desde el anonimato, carta a un amor que desaparece con el tiempo y al que me agarro por miedo a dejar de sentir. Antes de esto le escribo, suplicándole que se quede, intentando hacerle entrar en razón, diciendo que no soy nada si se va, que la marcha es dura si la veo desde aquí, que me lleve con él pues estoy vaciando un espacio que no querré volver a llenar.
    Muecas de placer y miedo se unen para ensordecerme, cegarme y callarme ante tanta angustia del no poder hacer, de llevarme a rastras entre desesperadas acciones para engañar a la convicción de una mente sellada por el credo de no volver a enamorarse.
    No tengo nada sobre la mesa y rasgo su madera con mi locura, con el sabor de la amargura de no poder decirle adiós con un beso, llenar su cuello de lágrimas en un abrazo y arrancarle su olor con la profundidad de mi respiración.

    Me despido de tanto que no queda nada. Cabeza alta y pañuelo en la mano, nada que alzar que le haga cambiar de dirección, gritar sin voz, decir…ni siquiera adiós. 

sábado, 13 de diciembre de 2014

Sueños. Tú.

    Soñador. Sin necesidad de abrir los ojos, de correr cortinas o sábanas. Almohada sin plumas, cabeza sobre el colchón y mente con corazón. Cuerpo desnudo, no hay nada que tapar.
    Ahí estás, en un verso titulado 'buenas noches' apareces, como quien llama un perro para salir a pasear, amigo fiel que no falla a su cita, amor que besa mis párpados tan suavemente que me roza el alma. Eres belleza en tus andares y radiante en tu mirar. Cuidas tus palabras mientras me pierdo en tu juego con el pelo, avanzas hacia mí y yo ya me he lanzado al vacío. Se me hizo tarde para esperarte, ya soy tuyo.
    Tengo miedo de despertar, de acariciar la realidad, sentir los pies en el suelo y saber que no, no estás. Como quién busca inspiración interpreto mis sentidos y recuerdos para decepcionarme sabiendo que soñando estoy y soñando te tengo. No voy a despertar porque no pretendo perderte, alcanzaré los límites de la realidad porque voy a vivir en lo onírico y el TÚ. 
    "Uno, dos, tres ¡despierta!" ¿para qué? si he de vivir en sueños, renunciar a la realidad, lo haré, porque eres idílica y pura, sabedora de mis recuerdos y pecados, amante de los placeres compartidos y secretos inconfesables.
     Paradoja del amor y el sueño, pues has nacido en mí y eres mía pero, morirás en mí y, aún así, seguirás siendo mía. Ya no tengo miedo a la eternidad...

Culpa.

    Os dejo ver, mirar y pensar. Llegaréis a conclusiones que nadie os pidió porque nada es importante cuando alcanzas un límite. No hay palabras de consuelo ni caricias en la espalda que cansada de cargar se hace añicos. Destrozas la conciencia con deberes que sí escuchaste, con propuestas que sí aceptaste y con autonomía a la que renunciaste. Entristece ver cómo sucumbimos a la sociedad, al poder y al conformismo. Cómo desde que naces te conciencian de lo que puedes y no llegar a hacer, cómo limitan tus "posibilidades" y cómo nuestra personalidad se moldea para culparnos a nosotros mismos de lo que estamos haciendo o hecho. Tampoco tienen la culpa los demás, somos débiles pues hace tiempo que rendimos culto a dejarnos manejar y si no es así buscamos hacerlo; en la comodidad hemos encontrado cobijo, en el consuelo un amigo, en la muerte un final. 
No queremos cambiar, nos gusta odiar la vida, destruirnos a base de egoísmo y terrorismo emocional. Estamos hechos de mentiras que un día oímos desde el respeto y las hicimos nuestras.

"No es su culpa...no es nuestra culpa..." (Repítelo, aunque da igual, es mentira, siempre es mentira...¿no?)

Tiempos de autobús.

   Recuerdo cuando iba a clase en autobús, durante 45 min sentado y cediendo asientos. Agarrado a barras, paredes o intentando mantener el equilibrio. Escuchando música y con un libro en la mano. Si soy sincero creo que era el momento del día en el que más leía. Cuando conseguía sentarme en la última fila, pegado a una esquina y no había razones para levantar la cabeza, mi deseo de que el tiempo pasase lento creía con cada página y canción en mis auriculares. El hecho de las clases y la universidad eran secundarios ahí, robos a la obligación y la rutina con "un paseo por la ciudad diferente". De eso ya queda poco, no porque haya cambiado sino porque yo lo he hecho así, me he conformado y ahora busco culpas y no formas de atravesar ese camino tan borrascoso que es el presente para alcanzar en "no está mal". Ahora  me pesa demasiado la mochila para llevar libros a la facultad, no tengo tiempo para sacar 15 minutos de aliento mental y sentarme en la escalera, me ataca el hambre y no me conformo con un refresco de la máquina o un café en la cafetería, para esconderme en mi cuarto o en la ciudad y disfrutarlos, siempre con excusas que no sirven de nada en una pérdida de tiempo constante.
He echado a correr y no voy a alcanzarme, no conozco mis posibilidades porque no las pongo a prueba, he vaciado mi armario de toallas que tirar y mis gafas ya no me sirven para ver lo que está al otro lado. Ciego.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Pequeña composición sin componer.

    No hay brecha sin herida ni herida sin esperanza que perdida,
deja en consuelo de un lamento lo que movió hechos y personas fojó.
Porque soy mecha de mi propia cerilla, que quema lenta pero con paso firme, que llegará a un final tan cercano que se desea y no es en vano, pues el dolor, más que una carga es una condición que por amor, aceptamos a llevar y por parar, pide serenidad y no, no hay mayor que en la muerte. Así que muero.