Hoy me han sentado frente a un hombre que hablaba sin parar. Al principio sólo reía y ni siquiera me dignaba a intentar comprender que decía hasta que calló, y con él yo también lo hice. Sentí que en ese momento me miraba como intentando probar otra forma de comunicarse (dado que la primera no surtió efecto) lo hacía a los dos ojos a la vez, como quien intenta conocer a una persona solo mirando su rostro, supongo que con eso me dio a entender que soy una persona fácil de 'leer'. No pude tomarme esto en serio así que me levanté y di un paseo por la sala.
Lo interesante de lo ocurrido fue que era yo quién maquinaba y suponía todo lo que ocurría allí, nadie me dijo claramente qué estaba pasando.
Me fui a casa, me tiré en la cama y lloré, no puedo decir porqué, sólo lo hice. Es como cuando estás lejos de casa y decides volver andando, empieza a llover y no llevas paraguas, al principio corres pero, al ver que no va a servir de nada, caminas y aunque te mojes prefieres hacerlo a quedarte bajo el portal de un edificio esperando que pare.
Será difícil explicar que ese hombre me salvó la vida. Pero más complicado es entender que nosotros somos el ahora y el después en uno, que batimos alas que no podemos volver a cerrar, que perdemos cuando guardamos por miedo a que otros lo encuentren y que el dolor va de la mano del amor.
Si he de amar será a escondidas de mi ser. Si he de ser será a escondidas del amor.