domingo, 7 de febrero de 2016

07-02-2016

Esto viene así: imaginad: en la vida; la tuya, la presente y fluida; tras meditar y afrontar en soledad, vas, con una idea enmascarada en busca de ayuda y, das a conocer, mostrar y exponer, la problemática:

- Mi problema; (mi yo).Quiero que me escuche en la totalidad del asunto antes de intervenir. Sé que aquí usted es el profesional, el estudiado e ilustre, pero, permítame en mi 'egoletría' decir que éste no caerá en sus manos de buen gusto. Por su desastre.
Conozco a alguien. Ése, me tiene, como diríamos sin titubeos y entre cañas “cogido por los huevos”. -jaja- suelte una carcajada, se lo permito ¡POR FAVOR! (ansío).
Yo, suplico vivir. Cualquiera que me viera en desnudo comportándome, diría que soy un mendigo.
Éste me acobarda, achanta y amenaza como él sólo sabe. Me intenta ahogar por las noches ¡lo juro! Llevo meses sin dormir...años. La pesadilla es la merienda; la realidad, el banquete (“ojalá el final”). Me distrae cuando estoy ocupado; -jaja- dirá, “qué coqueto”, pero no. Me desea sufridor, carente de toda esperanza de deshacerme de lo pesado; en sus palabras: “ojalá mueras queriendo estar solo”. Tras tanto, yo quiero.
Es cruel, vil y rastrero. Frase hecha, cree usted ¡A MÍ MEDIDA! O a la suya...mejor dicho. Es ese ángel de a muerte de que hablan las fantasías, en aquel, el libro sagrado que supera a 'El Quijote' en sus lecturas. PALABRERÍA.

Permítame, de nuevo, que me anticipe, 'mi señoría'. Quizás ahora desee preguntarme “¿qué o por qué ha de soportar eso? Viendo, como se le ve, un joven fuerte y con carisma” -Le aplaudo en su halago-.
Bien, diría en confesión que es sencillamente porque lo necesito, incluso le diría que siento atisbo de amor. De una manera totalmente asexual, aclaro. Repito y puntualizo: le necesito en mi vida.
Puede que, como consejo 'semi-profesional', me sometiera usted a la labor de, si me merece la pena, dar 'lo bueno – positivo' para así convertir la relación a mí favor o, al menos, dejarla en equilibrio de fuerzas ¡PURA FÍSICA!

((Pero ¿y si no se puede medir? ¿Se mide la excusa del que golpea al amor con rabia y desenfreno, creyendo corregir lo que simplemente 'es'? ¿Se debe curar? ¿Es lo suficientemente larga la vida como para dejar que actúe esa selección sabia y objetiva?))

Me adelantaré, de nuevo, y seguiré añadiendo: ya lo he intentado.
Ha sido un duro balanceo. Diría hazaña, pero no, aunque sí araña, cada rincón de mi espalda en metáfora de sufrimiento agónico (“cuánta floritura, escritor”). Casi insoportable, literal. Por los pelos me hallo aquí. Creerá que le hablo de algo novelesco, una pequeña aventura de terror; persecución a cuchillo o pistola, pero no. Se equivoca. Se trata de algo certero, medido a pulso, como roce al violín, suave y con poder.
Ha tratado de arrastrarme a la locura 'et voilà!': estoy loco. Una malsana solución para el suplicio. (¿mis padres? ¿amigos? Ellos nunca pensarían que estoy loco, sólo que exagero; dramático me llama alguno, otros incluso 'poeta', me halagan) ¡Échese unas risas conmigo doctor! ¿La locura no era divertida?

Lo que le decía: planea asesinarme. Lleva largo tiempo y esmero en la conquista de ese deseo de fin fetichista. Me maltrata, como si se tratase de un juego. Yo trato de ignorar en su complejo esta contienda, pero ¡es realidad! Como usted, como yo, o como ese oso de la esquina vestido de bailarina. Bromeo...bromeo…
Discúlpeme, y digo en serio: seguramente, pronto, muera.

¡¿Por qué?!” Le vendrá a la cabeza repetidas veces sin llegar a entender la finalidad de tanto absurdo.
¿Qué malentendido es este? ¿de dónde viene y dónde va? ¿es esto una broma?” Nada caballero, nada de eso.
Dígame entonces ¡EXPLÍQUESE!” me pedirá.


Mi doctor, ilustre y estudiado: ése; éste, soy yo.

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