Señor. Hoy,
señor, te pido en súplica la redención. La absoluta redención y
el perdón de la culpa por tolerar mi negativa al amor del amor.
He culpado al ser
humano por ser humano, he discriminado la plaga total en el individuo
noble y viejo, que lleva en su cuerpo la calumnia de ser presa del
desastre (¡ESTE NATURAL!) de los
hombres, que en desgracia caemos y en dolor levantamos.
Marchito ¡¿EN
ESTE JARDÍN DE LOS MALDITOS?! Soy asesino de luciérnagas y
padezco (compadezco) en la oscuridad plena, como pleno
es el resquemor (sin lugar, principio ni fin).
¿Dónde van
aquellos sin destino aparente, queda acaso el ser vacío
e implícito el llorar? (Señor ¡déjame morir en paz!)
Veo despegar la
alondra en vuelo tenue y tenaz, allí a su caza furtiva y silenciosa
y deseo ser pluma y viento, alegre y eterno. Y ¿por qué no? ¿Y…?
Es menester que
dejen mis heridas brotar, soy mártir de libre elección.
¡REO HACIA LA
MUERTE!
(((Por las
noches, y es apego, surge de lo oscuro OSCURIDAD.
En las
noches, siendo ciego, veo un viento que me escucha palpitar.
¡AY! Las noches,
hora de deseos y perpetuidad.
Allí en las
noche, aleja la vida el sueño y...a soñar.
Noche, tú ¿podrá
ser que sea tangible el tocar cuando el tocar(te) no es humano?)))
Él es joven, de
literatura, vive en sueños y se deja soñar. Abraza la realidad con
un puño y la aprieta...¡LA APRIETA! Ella llora sin
ningún malestar. Se sabe viva porque él vive, y conviven, fluyendo
y amando (amando odiar). Creen sinceramente pues la sinceridad les
hace de la verdad el vértigo para no mirar, en ese fondo, perpetuo,
donde no se puede (casi) respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario